
¿Qué hace que una película nos guste? O mejor aún, ¿qué hace que una película sea buena para algunos y una mierda para otros? ¿Serán los actores, el aspecto técnico (sonido, iluminación, fotografía, etc.), las actuaciones, los colores, la historia, los temas, el género, el director, la estructura, los críticos, nuestros amigos y familiares o hasta tu gobierno? ¿O tendrá que ver más con nuestra crianza, educación, condiciones, ambiente, tiempo y lugar en la historia en la que nacimos y todo eso? La otra que me plaga es: ¿podemos elegir nuestros gustos o es algo que está fuera de nuestro alcance y control?
Estas son algunas de las preguntas que me hago a diario y que me persiguen sin importar de que tema se esté hablando y, aquí voy a intentar, repito: intentar, ponerle fin a esta cuestión. Pero primero, unos antecedentes: soy parte de un portal web en Puerto Rico de todo aquello referente al cine, llamado CINEXPRESS, un grupo de cinéfilos que trabajan y se entretienen hablando e informando de lo más que les gusta: EL CINE. Desde que comenzó la pandemia, lanzamos un podcast llamado «Throwback», donde discutimos películas clásicas que han impactado el mundo del cine y nuestra cultura como seres humanos y, en la mayoría de las ocasiones, nuestra vida. Desde que el proyecto inició he notado que lo más que nos revuelca y nos hace discutir son nuestras diferencias en gustos y lo que nos parece «bueno» o «malo». Por el momento, somos 5 personas y, créanme, 5 mundos bien divergentes. El podcast y el tema de los gustos y, como van cambiando a través de los años, ha sido uno que me ha iluminado bastante sobre el asunto.
En nuestra primera vuelta nos fuimos con las letras del abecedario y era bastante sencillo escoger una película (hasta que llegamos a las últimas letras), solo teníamos que preocuparnos por que fuera un clásico, o sea, considerada como uno por críticos, artistas, historiadores, revistas y demás. Si alguno había visto o no la película funcionaria muy bien para la discusión, ya que tendríamos una opinión fresca sobre la misma y, por supuesto, ver como opiniones bien formadas sobre la misma cambiarían con múltiples vistas y varios ángulos de percepción y análisis: ¡CABEZA EXPLOTADA! Pero lo que me tomó por sorpresa, fue ver como nuestros gustos y amor por una película se podían ir degradando (o mejorando) al ser puestos bajo el ojo de una lupa. Hubo ocasiones donde integrantes del equipo escogían películas amadas solo para terminar dejándole de gustar a medida que se iba diseccionada en la mesa del laboratorio del podcast, como también, múltiples sorpresas en lo que debe ser considerado un clásico o no. En todo caso, esto me hizo pensar en como es posible que uno haga una crítica de algo con tan poco tiempo, como le pasa a muchos críticos, que en la mayoría de las ocasiones solo tienen un día para formar su opinión, cuando somos tan cambiantes o nuestra mirada, conocimiento o madurez se le pudo haber escapado algo. No digo esto como juicio, solo como reflexión.
Las películas y los gustos son como una relación de pareja. Piensas que conoces a esa persona y, después de 20 años, solo queda el reflejo de aquello que fue alguna vez (para bien o para mal). Suena triste, pero solo lo escribo para ilustrar un punto: NADA SE QUEDA IGUAL y mientras más vemos una cosa más descubrimos sobre ella (y sobre nosotros mismos). Esto pone a los gustos (y a la crítica) sobre un terreno que nunca se queda quieto. ¿Por qué nos gusta lo que nos gusta? Hace poco escribí un tweet sobre los gustos y las películas:
¿Esto no lo dice todo? Podría intentar escribir un tratado acerca de ello o citar a los filósofos y autores más celebres para solo encontrarme en este mismo punto. Y esto ocurre con todo, por ejemplo: me gusta leer y en muchas ocasiones he dejado libros a un lado sin poder identificar el porqué y el como de no poder seguir leyéndolos. Suena contradictorio que les diga todo esto, antes no me atrevía a dejar un libro, tenía que terminarlos, ¡son clásicos! (me decía a mi mismo), pero ya no, ahora, a menos que sea para un trabajo o un proyecto, quiero ver películas y leer libros por placer, porque me gusta, no porque alguien me dijo que me tienen que gustar. Y te invito a ti, lector, a que hagas lo mismo, disfruta de lo que te gusta y no te expliques. Obviamente, y como dijo el ensayista y filosofo español Fernando Savater en su libro de ensayos, «Sobre Vivir«:
«Estoy más íntimamente cerca de quien siente el mismo escalofrío que yo ante mi secuencia favorita o bosteza cuando yo bostezo que de quien comparte mis opiniones sobre la política exterior china o mi interpretación de la poetica de Aristóteles. ¡Qué abismo irremediable cuando el compañero que tanto cabalgó a nuestro lado celebra con entusiasmo la gillipollesca Gloria de Cassavetes! ¡Qué puñalada fatal que la niña de ojos azules considere «un poco lenta y como morbosa, no»? la excepcional Sangre Sabia (Wise Blood) de Huston»!
Fernando Savater/Sobre Vivir/ El Gusto es mío.
¿Por qué comparto esto? Hay preguntas que no tienen respuesta y la realidad es que no importa cuanto yo escriba o cuantos autores cite, el tema de los gustos siempre será uno que traerá discordia y discusión. Lo que quiero que se lleven de esto es que no les afecte tanto. Siempre habrá gente que compartirá tus gustos y otros que los odiaran.