
Soy de esas personas que una vez se obsesiona con algo no puede dejarlo ir. Me pasa con todo. Si un tema me interesa, busco a todos los posibles autores y libros sobre el mismo, paso horas interminables leyendo y, hasta que no siento que tengo toda la información que necesito para seguir adelante, no paro.
Esto siempre ha sido así para mí. Aprendo algo, lo domino y busco algo nuevo. Si te hablo de un tema es por que lo conozco a fondo, de otra manera, no me atrevería a abrir mi boca o poner mis dedos en las teclas. Y de esta manera, sigo de conquista en conquista. Un buscador que no para de buscar por que lo que disfruta es la búsqueda.
Me encanta aprender y sin embargo, nunca me gustó mucho la escuela. Me preguntaba: ¿Por qué tenemos que hacer las cosas iguales si somos diferentes? ¿Qué se está midiendo aquí exactamente? Eso es un tema que dejaremos para otro día.
Dicho esto, hay unas preguntas que siempre me han perseguido: ¿Cómo podemos conocernos mejor a nosotros mismos? ¿Cómo podemos vivir la mejor vida posible?
Quiero mejorar todo a donde quiera que vaya y lo que sea que haga es así. Esto me llevó a sumergirme en el área de la lectura para ver que me podían decir los filósofos y psicólogos del ayer.
Para mí sorpresa esto es algo que todo el que lee descubre tarde o temprano: todas o la mayoría de las preguntas que nos aquietan ya han sido hechas y, posiblemente, contestadas. Si alguien se las cuestionó es bien posible que estén en un libro.
Esta obsesión me tomó varios años y aveces cuando entras en aguas profundas es bien difícil salir. No hay manera de que leas sobre filosofía sin que te afecte un poco, sea para bien o para mal. Tuve muchos momentos oscuros tratando de contestarme estas preguntas. Y hace unos días llegué a una conclusión: no podemos pasar tanto tiempo dentro de nuestra cabeza que olvidemos nuestro mundo exterior y lo que nos puede enseñar.
El planeta tierra y sus habitantes son un organismo interconectado y debemos aprender unos de los otros. Los momentos de análisis y introspección deben ser disminuidos a ráfagas intermitentes para no vivir dentro de nuestra cabeza todo el tiempo. Esto puede tener efectos increíbles, pero a la misma ves desastrosos.
La vida es mucho más que la rutina del diario, es mucho más que los que nos dijeron de niños. No todos pueden vivir haciendo exactamente lo mismo como dogma: estudia, trabaja, cásate, compra casa/carro, paga impuestos, retírate y muere. No eres tu profesión y no eres tus cosas.
Creo que esto es algo que le pasa a todos en alguno momento, sin embargo, hay quienes están más dirigidos a la acción que al pensamiento y viceversa. Tal vez tenía que escribir esto como parte de mi proceso mental para darle cierre a un capítulo y poder empezar uno nuevo. Espero que estas palabras le lleguen a alguien que se encuentre caminando por donde yo caminé y le dé un poco de luz para encontrar sus propias respuestas.
Aquí, una cita de Dolly Parton:
«No estés tan ocupado ganandote la vida que te olvides de vivirla».